Martí y Blaine en la dialéctica de la Guerra del Pacífico (1879-1883) describe la evolución intelectual de Martí durante su estadía en Estados Unidos (1880-1895), en relación con la política internacional sudamericana del secretario de Estado norteamericano James G. Blaine (1830-1893), para lo cual toma en cuenta el contexto de la Guerra del Pacífico (1879-1883) entre Chile, Bolivia y el Perú. La hecatombe de la guerra, vivida por Martí en Caracas y Nueva York, además de dejar al descubierto la guerra fría entre Europa (Inglaterra, Francia y Alemania) y Estados Unidos por apoderarse del monopolio del guano y del salitre, acelera su maduración política e intelectual, acendra su vocación latinoamericanista y le permite ver por anticipado, en Blaine, el imperialismo internacional a punto de aplicarse a su país. En este contexto histórico, Ismaelillo y Nuestra América, hitos extremos del quehacer intelectual martiano, transmutan literariamente la ardua experiencia de la guerra. La escritura martiana, entre 1880 y 1895, muestra que el análisis político se resuelve iluminado, hasta en los últimos días y en sus momentos más oscuros por el pensamiento de Emerson y el idealismo de Cervantes.
Uno de las objetivos centrales de este libro a nivel literario es reinsertar Ismaelillo en su contexto histórico y describir una específica técnica de escritura: la animalización del discurso tanto en prosa como en poesía. En consecuencia, examina una de las herramientas ideológicas más importantes heredada por Martí en Estados Unidos para analizar la sociedad hemisférica de su tiempo: la figura emersoniana del gusano que se hominiza a través de las espiras de la forma (spires of form). De este modo, Martí contrapone al hombre-fiera el hombre-hombre y presenta ante Latinoamérica dos modelos humanos bipolares. En el extremo superior de la espiral ética su escritura emula un héroe (alado), el escritor filósofo Ralph Waldo Emerson y en el inferior opuesto lidia con un antihéroe involutivo (rastrero), el «politiciano» por excelencia James G. Blaine.
Es importante destacar que, a diferencia de la crítica tradicional que enfoca el fenómeno del imperialismo de una manera distante y abstracta, apropiándose del legado de Martí para promover una ideología o una moda crítica, este estudio hace hincapié diacrónicamente en la circunstancia histórica. De este modo el entramado de la política internacional se sigue cronológicamente, paso a paso, permitiéndole al lector conectar, por sí mismo, los hitos factuales en su contexto. Desde el punto de vista de la historia literaria, el libro muestra que Martí-escritor alcanza su madurez entre 1880-1882 no sólo al asimilar el pensamiento norteamericano (Lizaso, Mañach, Rama y yo mismo), sino a través del impacto político e ideológico de la Guerra del Pacífico, durante su estadía en Caracas y Nueva York. En efecto, el trenzado bilingüe que magistralmente teje la prosa de Martí se extiende al discurso poético. Así lo muestran Ismaellillo, Versos sencillos y Versos libres. De tal manera que la fundación de la escritura latinoamericana en el siglo XIX no es un proceso privilegiado de la crónica, sino llevado a cabo mediante la praxis de un discurso contrahegemónico solidario tanto en prosa como en poesía. Por otra parte, si se echa una mirada histórica de conjunto, el lector puede constatar que mientras Martí en Nuestra América (1891) denuncia como «criminal» la conquista de Chile (empresa bélica apoyada navalmente por Inglaterra) del territorio boliviano-peruano, Rubén Darío ensalza arribistamente esa conquista armada en su Canto épico a las glorias de Chile (1887). Asimismo, afiliado intelectualmente a Francia, impulsa el Modernismo (Azul, 1888), y cierra los ojos ante la guerra imperial más definitoria de fines de siglo XIX en Sudamérica. |